jueves, agosto 17, 2006

No hay manera de corregir con un quejido muy callado
la hora triste que se repite.
Cuando la hora triste sucedió fue para siempre.
Así que refugiémonos en cualquier tipo de veneno
para olvidarnos de todo lo verdadero.
Sirvámonos de deportes de alto riesgo
o de cualquier causa noble como una religión
o la revolución que se produce en mi huevo derecho
Entreguémonos al más ácido de los cinismos
antes de mirar cara a cara a la hora triste
que no hay quién corrija.
Con un quejido muy callado
si uno sabe escuchar a través de una nube del veneno que elija
se puede encontrar un algo puro
que no se dice
porque es muy leve
para hacer más
que adivinarlo
pero aún así
es complicado
no perderse.