Despídase de los justos
con abrazo sólo a los vinculantes sanguíneos
al resto basta con una palmada en la espalda
sin demasiada implicación
ni lágrima rota.
Si no quiere alimentar la intención de retorno
no diga nuca eso de
“nos vemos a la vuelta”
la gente cree esas cosas y espera media vida.
Nadie espera una vida entera.
No se lleve nada que le recuerde a usted mismo
para dar pasos nuevos
tiene que olvidar cualquier paso dado.
La maleta ligera. Para que no pesen los vicios.
Marche por la noche
con nocturnidad, alevosía y cara de pocos amigos
evitará que los vecinos se atrevan a preguntar
y que le brille el lagrimal al reflejo del sol.
Siéntese en la esquina del coche, tren o avión
para ver el exterior,
suspire hondo
y, con todo el dramatismo que le sea posible
diga aquello de “siempre nos quedará París”.
Cuando uno marcha
se va de
pero llega a
es primordial que no se le olvide el detalle.