De vuelta en casa

Pregúntame si soy un miserable.
Vi un hombre caminar entre las sombras.
Iba resquebrajado.
En un coche a su lado besaba a su enamorada.
El negociaba con la muerte
un noviazgo de noche y andamios
y se alejaba cabizbajo.
Pregúntame si soy un miserable.
Sin ninguna piedad hice ruido al llegar
mi alma estaba dormida y la calle encharcada escupía.
Ella era también hermosa. Creo que les miraba
con pena y celos.
He vuelto a la sabana,
te busco desde una atalaya,
la hierba está crecida
y lo está escondiendo todo.

Huracán

Posiblemente planeabas el robo de un paraguas
la resolución de algún teorema
o galopar.
Porque era de noche.
Así que llegó una brisa tímida al principio
que luego se mostró
terrible.
No disimules, he visto pasar un río, vacas, un camión, una jirafa.
Viajaban en una espiral vertiginosa, se dirigían a tu casa.
Bajo tu manta te sonríes
y he considerado unirme a ellos.

Fire

No te asustes.
Donde tú mires habrá luz,
y a pesar de que no todo se encuentra floreciendo
puede existir un qué sé yo bondadoso
que se detenga a contar hojas verdes
mientras se apaga un fuego.
Me preocupa
que mires hacia el suelo demasiado
o que dejes de andar de puntillas y acechando
en definitiva
que te distraigas
de tu obligación de ser salvaje
y tengo preparadas mentiras
y ninguna es piadosa, al menos con tu cuello.

Dos días

Entre las cosas que he robado
a la espera de el duelo
no hay nada que merezca un luto largo.
Y a ti en cambio te veo -porque te miro mucho -
como una cima empañada de bruma.
Entre los ruidos te distingo
saludas desde un tren que se detiene
esperando la marea se entretiene
y en la arena se para
para que te acaricie.