martes, septiembre 18, 2007

Revés al léase

No estás.
En tu lugar hay legiones de moscas.
Moscas ancianas que juegan a las cartas.
No se respeta el duelo, ahora.
La puta botella de Cacique no está (me la bebí, también es cierto).
Y el jardín estará ahora sembrado de patatas.
No se respeta el vómito, ahora.
Aquellas putas broncas no están,
ni las mañanas de domingo ni los edredones nórdicos.
El sofá rompehuesos, andará el hijo puta
en algún vertedero.
No se respeta la torticulis, ahora.
Aquellos putos trenes ya no están,
ni el andén, ni los cafés ardiendo.
El vaho en las ventanas rozadas, no está.
Ni los tickets semanales arrugados.
no se respeta el tráfico ferroviario, ahora.
Aquella puta casa ya no está,
las escaleras que crujían, no las oigo.
No está el patio, no está tu perra, no está la chimenea.
No se respetan las casas, ahora.
Aquella puta fila de cabinas
ya no está.
Un dia regresé, había excavadoras, una zanja, cemento.
Apenas se respetan esas cabinas rojas, ahora.
De nuevo la nube se presenta
y como un golpe cambia el aire
y en la piel se eriza un trigal asustado.
Los años no están aquí, hay solo una moneda
derramandose por la escalera de piedra, ayer, y ella.
Al cabo de un nada regresa todo el azul.

sábado, septiembre 15, 2007

Mezza di voce

Camuflemos el pasaggio, mi amada, así a lo tonto.
Con esta voz que se rompe deja que se me peguen los ojos a los párpados.
Porque en esta noche yo deseaba, mi amada, solo no quebrarme.
Vuelve la vista y ahí yo te digo que sí, que es para siempre, deja que me rompa.
Esta noche yo te temo y eso me conviene, mi amada.
Lleguemos a una conclusión, mi amada, que no lleve a nada.
Hagamos ese viaje estéril por llevar la contraria.
Qué mala fama tiene el sin futuro, mi amada.
Es que ya nadie se preocupa de lo fútil.

lunes, septiembre 03, 2007

Hay un reloj de arena
que se despierta
con la luz que se cuela
bajo la puerta.
Lleva tiempo la arena
sangrandole la vena que recorre
de su cabeza a los pies el ver pasar
los viandantes distraidos, las canas
las caras que se anchan y se estrechan.
Todo se mide en sangre hecha de piedra
y cuando llega el recuerdo del gesto
aquel movimiento inaprehensible
aquella cara sorprendida y perfecta
aquel segundo eterno
hay un reloj que se derrama y se funde
yo creo que llora
que ya no mide, muere,
el tiempo que pasó desde aquel día.